1. BIOGRAFÍA.
Pertenecía a una antigua familia aristocrática de
Roma: la Julia, que se creía descendiente de Julo Ascanio, el hijo de Eneas.
César fue probablemente la personalidad más atractiva de su época y quizá una
de las más geniales de la historia de Roma. Representaba
perfectamente el ideal romano: intelectual, político y militar.
Era un hombre de
gran atractivo físico, muy presumido, elegante y educado, alegre y vividor. Se
le tomó durante años por un joven sibarita y disoluto, pero lo cierto es que
como general demostró que era un hombre sobrio, resistente, valiente y que
podía competir con cada uno de sus soldados en esgrima, equitación y natación.
Se ganó a pulso su respeto por su austeridad, resistencia, energía y valor, ya
que no pedía a otros que hicieran algo que él no podía hacer, y lo idolatraron
hasta dar la vida por él.
Fue un hijo, marido y padre afectuoso. Quiso a sus esposas -aunque nunca
les fue fiel- y las trató con respeto. También fue leal con sus amigos, sin
distinciones de clases sociales, en lo bueno y en lo malo, y generoso con sus
enemigos. Magnánimo prefirió perdonar a castigar. Su mayor defecto
fue probablemente la ambición. Utilizó las artimañas
propias de un político de su época, entre ellas la demagogia y
la corrupción para alcanzar sus propósitos.
El matrimonio de su tía Julia con Mario y el suyo con Cornelia, la hiia de
Cinna, definieron desde muy joven sus simpatías políticas por el partido
democrático, enfrentado a la oligarquía senatorial. Dichas simpatías le
resultaron muy peligrosas durante la dictadura de Sila que intentó obligarle a
separarse de su mujer. Tuvo que huir de Roma y, arrestado, salvó la vida
gracias a la mediación de sus amigos más influyentes. Lo cierto es
que Sila siempre desconfió de él, por lo que su vida estuvo a menudo pendiente
de un hilo.
Tras este episodio prefirió alejarse de Roma con un viaje a Asia Menor y no
volvió hasta la muerte de Sila. Empezó entonces una carrera política,
compaginando cargos, y se ganó el fervor popular gracias a sus modos amables,
su elocuencia y su generosidad. De entonces data su amistad con el
riquísimo Craso que financió toda su carrera. Logró conciliar a éste con
Pompeyo y entre los tres establecieron una alianza para controlar la política
en Roma: el primer triunvirato. Craso aportaba el dinero, César el poder sobre
la plebe y Pompeyo el
ejército.
El año
60 a.C. forma el primer triunvirato con Pompeyo y Craso. El 59 a. C.
consigue el consulado, periodo que estuvo lleno de irregularidades. Al
finalizar el consulado se le confió el gobierno de la Galia Cisalpina,
Narbonense e Iliria para cinco años, entonces empieza su carrera militar
propiamente dicha. Del 58 a. C. al 51 a. C. realizó la conquista de
la Galia, empresa que no le fue encomendada por el Senado, sino que emprendió
más bien a título personal, además realizó dos expediciones a Britania y
dos a Germania: consiguió la victoria militar, prestigio,
riquezas y un formidable ejército. Del 49 al 48 a. C. se
desarrolló la guerra civil entre César y Pompeyo. César consiguió aplastar a
Pompeyo en Farsalia (año 48 a. C.) y destruir los ejércitos “republicanos”
destacados en África y en España. A partir de ese momento César se constituyó
en dictador y señor absoluto del mundo romano. El 15 de marzo del año 44 a. C.
cayó asesinado en el Senado, a manos de los “republicanos” Bruto, Casio y otros
más.
2. VIDA POLÍTICA
La Batalla de Bibracte
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Guerreros Celtas |
Ambas fuerzas coincidieron en las cercanías de la
localidad de Bibracte, donde César había tomado posiciones en lo alto de
una colina. Contaba con cuatro legiones veteranas.
Las fuerzas helvecias, quizá unos 77.000 guerreros si hemos de creer al propio César en sus Comentarii, avanzaron hacia los romanos en una masa compacta que se agrupaba tras los escudos.l
Faltos del factor sorpresa en que habían confiado,
peor armados que los romanos y los helvecios ya cansados por la lucha, fueron
arrasados por las legiones.
La batalla de Alesia
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Fortificaciones construidas por César en Alesia. En el mapa de la esquina la cruz muestra la localización de Alesia en la Galia (hoy Francia). |
Alesia estaba situada
en la cima de una colina rodeada por valles y ríos y contaba con importantes
defensas. Dado que un asalto frontal sobre la fortaleza sería suicida, César
consideró mejor forzar un asedio de
la plaza para rendir a sus enemigos por hambre. Considerando que había cerca de
80 000 hombres fortificados dentro de Alesia junto con la población civil, el
hambre y la sed forzarían rápidamente la rendición de los galos.
Para garantizar un bloqueo perfecto César ordenó la construcción de un perímetro circular
de fortificaciones.
La Batalla de Farsalia
Después de haber sido
derrotados en la Batalla de Dyrrachium, los cesarianos se
enfrentaron definitivamente en batalla campal a Pompeyo y sus aliados en las cercanías
de Farsalia.
César tenía con él a
las legiones muy reducidas en cuanto a fuerza, pues probablemente no estaban
compuestas por más de 2750 legionarios cada una de ellas. En el otro lado,
Pompeyo dirigía una fuerza de once legiones, posiblemente de 4000 hombres cada
una, y una caballería de 7000 jinetes, junto con un fuerte destacamento
de arqueros y honderos.
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Hondero Balear |
Ambos generales
formaron a sus ejércitos uno frente a otro, y la caballería apostada en las
respectivas alas izquierdas, pues los flancos derechos de las formaciones se
apoyaban en el río Enipeus, que protegía de esa manera el ala derecha.
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Caballería legionaria |
Atacadas por tropas
de refresco en el centro, flanqueadas por la izquierda y por la retaguardia,
las tropas pompeyanas primero vacilaron y luego emprendieron una huida en toda
regla, dejando en el campo a 15 000 muertos, frente a los 200 de los
cesarianos.
La genialidad de
César fue prever que Pompeyo iba a usar su caballería para atacar, que la suya
propia no tenía la fuerza para resistirla, y arbitrar un método completamente
novedoso, tendiendo una celada a su enemigo, en la que cayó, y que le sirvió
para ganar la batalla y destrozar a las principales fuerzas de los pompeyanos.
La Batalla de Ruspina
Tras Farsalia, una
buena cantidad de tropas pompeyanas y el antiguo legado principal
de César en las Galias, Tito Labieno,
se replegaron a la provincia de África,
para reorganizarse y plantar cara de nuevo al dictador; corría el año 46 a. C.
Éste les persiguió, y
después de desembarcar, fijó sus reales en Ruspina,
cerca de la actual Al Munastir.
Súbitamente, a unos
cinco kilómetros del campamento, los exploradores de César le avisaron de que
se aproximaba una gran fuerza de infantería hacia ellos: eran tropas pompeyanas
al mando de Labieno. Consciente de su inferioridad, César ordena a su exigua caballería
y a los pocos arqueros que tenía que salieran del campamento y le siguieran a
corta distancia.
Mientras César estaba
colocando a sus hombres, Labieno desplegó sus fuerzas, que resultaron
estar constituidas en su inmensa mayoría por caballería y no por infantería.
Fue una hábil celada tendida por el comandante pompeyano, que había juntado al
máximo sus líneas, intercalando una numerosa tropa de infantería ligera númida
entre los jinetes para dar ese efecto desde la distancia.
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Jinete númida |
Mientras las pocas
tropas de caballería luchaban en vano para no ser superadas, el centro de la
formación de César se vio golpeado por la masa de la caballería pompeyana y la
infantería ligera númida, que atacaban y se retiraban sucesivamente.
La infantería
cesariana respondió como pudo, pero empezó a disgregarse. La superioridad
numérica del enemigo, la escasa caballería cesariana, los heridos y caballos
perdidos, hicieron que la formación de César empezara a colapsarse. En ése
momento, César ordenó a sus tropas que adoptaran una formación defensiva.
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Tropa de infantería romana formando "testudo". |
Los pompeyanos
atacaron de nuevo con renovadas fuerzas, rodeando otra vez a los cesarianos y
lanzando sobre sus tropas una lluvia de armas arrojadizas. Las tropas de César
se pararon y, ante la avalancha formaron
un «testudo» (tortuga), una formación en la que los legionarios se
cubrían con los escudos.
Lo verdaderamente
genial de ésta batalla no es la derrota en sí de César, sino cómo mediante una
serie de decisiones tácticas y variadas formaciones de batalla, logró que lo
que podría haber sido una masacre se convirtiera en una retirada organizada, en
la que conservó el mayor número posible de efectivos.
La Batalla de Tapso
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Elefantes de guerra cargando |
Tras la Batalla de
Farsalia, las tropas pompeyanas se habían refugiado en la provincia de África.
Los conservadores reunieron sus fuerzas a una velocidad impresionante. Su
ejército incluía 40 000 hombres, una poderosa caballería dirigida por el que
fue anteriormente la mano derecha de César en la Galia, Tito Labieno.
César tenía consigo al menos 5 legiones y una estimable fuerza de caballería.
A comienzos de
febrero, César llegó a Tapso y puso cerco a la ciudad, bloqueando la entrada
sur con tres filas de fortificaciones. Los conservadores, bajo el mando de
Metelo Escipión, no podían permitirse perder esa posición, por lo que se vieron
obligados a entablar batalla.
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Disposición de los ejércitos en la Batalla de Tapso, según un grabado antiguo. |
Aunque la batalla
comenzó antes de lo que César hubiera deseado, tomó rápidamente el mando de la situación
y ordenó el ataque. Los líderes pompeyanos abandonaron el campo de batalla, con lo que dieron
por perdida la guerra.